Un día como el de hoy, pero hace 190 años ya, se produjo el desembarco de los Treinta y Tres orientales en la playa de la Agraciada.
Nos parece oportuno recordar un episodio como éste, muestra de una enorme generosidad de parte de un puñado de hombres, y de una Patria, que luego de tantos años de experiencia revolucionaria, seguidos de otros de ocupación extranjera, no tenían, aparentemente, ya más nada que ofrecer.
Con la batalla de Ayacucho, que había tenido lugar el 24 de diciembre de 1824, toda la América continental había logrado proclamar su independencia. De esta forma, en el conjunto de las Patrias liberadas, sólo la Provincia Oriental permanecía bajo el dominio de un poder extranjero. Y esta situación pareció dar a los orientales la determinación para alcanzar el objetivo que quedaría plasmado en su bandera, la de los colores de Artigas: liberar a su Patria, o morir en el intento.
No fueron sólo 33, ni fueron todos orientales: muchos hermanos de otras provincias colaboraron, así como el pueblo oriental todo, porque los hombres que burlaron la vigilancia de los brasileros, y cruzaron en horas de la madrugada el río Uruguay, para esperar a lo largo de todo el día 19 la llegada de la caballada que les permitiría movilizarse, serían sólo el estado mayor de un ejército que deberían formar, y apostaron su vida a ello. Tuvieron una fe indeclinable en sus ideas de Libertad, Justicia, República, pero también tuvieron Fe en la Virgen, cuya protección invocaron.
Ese fue el comienzo de una gesta que se desarrollaría a lo largo de un doble proceso, militar e institucional, y que culminaría dando origen a nuestro país. Los uruguayos de hoy recordamos a los orientales de ayer que viviendo en forma coherente con valores republicanos y cristianos, como la solidaridad, el respeto por el otro, la defensa del libre albedrío, la tolerancia, la generosidad, hicieron posible con su valentía y sacrificio, lo que parecía una utopía imposible en aquel momento: la construcción de un país independiente, donde los derechos son reconocidos constitucionalmente, y la libertad se vive como una realidad cotidiana.
Ese es el sentido del episodio que hoy recordamos...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario