Queridos/as hermanos/as:
¡Qué bueno es Dios!, que hoy nos dice: "Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección."
Celebramos
hoy la Fiesta del Bautismo del Señor, es decir, el momento en que Jesús
pide a Juan Bautista ser bautizado. Ciertamente que Jesús no necesitaba
el bautismo de conversión que predicaba Juan, pero es una muestra más
de la pedagogía divina de querer ser igual a nosotros en todo, menos en
el pecado. Este episodio marca un hito en la vida de Jesús, al punto de
que después de este hecho Jesús comienza su proclamación del Reino.
Juan Bautista lo había anunciado:"Detrás de mí vendrá el que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy
digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias.
Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo". Y en el momento de bautizar a Jesús se produce esta manifestación de Dios que dice: "Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección." Este Hijo es Aquél de quien Isaías dijo: "Este es el Dios de mi salvación: yo tengo confianza y no temo, porque el Señor es mi fuerza y mi protección; él fue mi salvación". Es quien viene a saciar a los hambrientos y sedientos, con su Amor fiel, por eso Isaías llama la atención a quienes buscan saciarse por medio de otras cosas que pasan y que no hacen feliz a la persona.
Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo". Y en el momento de bautizar a Jesús se produce esta manifestación de Dios que dice: "Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección." Este Hijo es Aquél de quien Isaías dijo: "Este es el Dios de mi salvación: yo tengo confianza y no temo, porque el Señor es mi fuerza y mi protección; él fue mi salvación". Es quien viene a saciar a los hambrientos y sedientos, con su Amor fiel, por eso Isaías llama la atención a quienes buscan saciarse por medio de otras cosas que pasan y que no hacen feliz a la persona.
Pero
Dios es tan bueno con nosotros, que a quienes hemos sido bautizados nos
regala formar parte del Cuerpo de Cristo y, por lo tanto, nos regala
que todo lo que se diga de Jesús se pueda decir de nosotros. Esto
significa que hoy, a cada uno nos dice "Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección", y
con esta frase nuestra identidad más profunda queda definida para
siempre. Frente a tantos que nos subestiman, y nos dicen cosas feas de
nosotros, frente a un sistema consumista que busca convertirnos en
máquinas de producción y consumo, frente a tanto que nos dicen "sos un
número", "tu vida no me importa", haciéndonos creer una identidad falsa,
Dios sentencia "Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección". Desde
entonces nadie puede decir con verdad que no es amado por nadie, porque
nuestra identidad más profunda es la de seres profundamente amados por
Dios, con un amor de predilección, con un amor fiel hasta la muerte y
muerte de Cruz.
Un
regalo tan grande, y tan gratuito porque no hemos hecho nada para
merecerlo, no admite ser encerrado egoístamente; pide comunicarse a los
demás, y a esto nos invita San Juan en el fragmento de la carta que
leímos. El amor a Dios implica el amor a los hermanos, éste es el
mandamiento de oro del cristiano. Con este amor es posible, en Jesús,
vencer al mundo, en el sentido joánico de vencer todas las fuerzas del
odio y la oscuridad.
A este Dios tan bueno vamos a pedirle que nos ayude a conservar grabadas a fuego en nuestro corazón sus palabras: "Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección". Y
a María, nuestra Madre que nos ayuda, ella que fue la primera misionera
de este amor, le vamos a pedir que nos ayude a comunicar a tantos/as
hermanos/as necesitadas de encontrarse con este amor que libera, que
salva, que nos hace plenamente felices.
P. Leonardo
padreleonardov.blogspot.com
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