jueves, 15 de enero de 2015

¿Hijos perezosos?: cómo educar en el esfuerzo.

Tomado de lafamilia.info

No existe el dinero fácil, ni el trabajo fácil, ni el éxito fácil, ni las relaciones fáciles, ni la vida fácil. La vida supone retos constantes que requieren del esfuerzo de las personas para lograr lo que se quiere y bajo esta primicia debemos formar a los hijos. Las siguientes lecciones se deben convertir en nuestras luchas diarias como padres y educadores.

Lo cómodo y lo fácil
La comodidad y el confort son los reyes del momento. Aunque no conviene estigmatizar, es cierto que todo ha ido cambiando para hacer que el hombre cada vez se esfuerce menos. Un ejemplo simple y cotidiano que da cuenta de ello, es el poco o nada de esfuerzo que deben hacer ahora los estudiantes para realizar sus labores escolares: todas las respuestas están a tan solo un clic. Por eso decimos que los avances del mundo moderno tiene muchas ventajas, pero también algunas consecuencias no tan positivas:
“Esta idea supone un costo que afecta de forma especial a los niños y jóvenes. Observamos que los niños presentan una incapacidad alarmante (a nuestro juicio) para soportar esfuerzos. Incapacidad que supone consecuencias muy negativas para la persona como sentimientos de impotencia y conformismo; la no valoración de las cosas y, consecuentemente, la incapacidad de disfrutar de ellas y falta de entusiasmo.
Estos factores pueden desembocar en conductas de riesgo como el consumo de sustancias asociadas a la obtención de placer fácil o bien para poder soportar el esfuerzo que supone la realización de determinadas actividades: ir de marcha sin cansarse, comer sin engordar, etc.” Explican Mª. Ángeles Pérez y Francisco Rodríguez, especialistas en el tema.

La actitud de los padres
Cuando los padres acostumbran a los hijos a hacerles todo, los hijos se acostumbran a no hacer nada. También se podría adaptar la misma frase al verbo “dar”: si los padres les dan todo, los hijos se acostumbran a no ganarse nada, y además creen que merecen todo.
Esto nos dice que algunas actitudes de los padres impiden que los hijos verdaderamente se esfuercen por obtener las cosas, abriendo así las puertas a la mediocridad, la pereza, el facilismo, la comodidad, la incapacidad, la negligencia.

La educación de la voluntad
Los expertos señalan la necesidad de evitar la formación de una personalidad débil, caprichosa e inconstante. “Al no haber luchado ni haberse esforzado a menudo en cosas pequeñas, tienen el peligro de convertirse en no aptos para cualquier tarea seria y ardua en el futuro. Y, la vida está llena de este tipo de tareas.”
En la educación de la voluntad, se ayuda a los hijos a controlar sus impulsos y deseos, de forma que sean capaces de postergar las gratificaciones y tolerar la frustración. Para ello es importante no ceder a sus caprichos, invitarlos a que se tracen proyectos a mediano y largo plazo, favorecer la realización de actividades que supongan esfuerzo y perseverancia, dosificar los regalos, no permitir que dejen las cosas sin acabar, mostrarse pacientes y constantes con ellos.

4 Criterios para fomentar en los niños el valor del esfuerzo
Los autores citados con anterioridad, proponen estos cuatro criterios para que los padres los tengan siempre presentes y se propongan trabajar en ellos:
1. El ejemplo tiene una gran importancia, especialmente el de los padres. Los chicos necesitan motivos valiosos por los que valga la pena esforzarse y contrariar los gustos cuando sea necesario. Hay que presentar el esfuerzo como algo positivo y necesario para conseguir la meta propuesta: lo natural es esforzarse, la vida es lucha.
2. Es necesario cierta exigencia por parte de los adultos. Con los años, es lo deseable, se transformará en autoexigencia. Hay que plantear metas a corto plazo, concretas, diarias, que los adultos puedan controlar fácilmente: ponerse a estudiar a hora fija, dejar la ropa doblada por la noche, acabar lo que se comienza, etc.
3. Las tareas que se propongan a los niños han de suponer cierto esfuerzo, adaptado a las posibilidades de cada uno. Que los chicos se ganen lo que quieren conseguir. Las tareas tendrán una dificultad graduada y progresiva, según vayan madurando. Conseguir metas difíciles por sí mismos, gracias al propio esfuerzo, les hace sentirse útiles, contentos y seguros.
4. Muchas veces el fracaso será más eficaz que el éxito en la búsqueda de una voluntad fuerte. Y es que a nuestro entender, son dos los conceptos claves para la promoción del esfuerzo: voluntad y motivación.
Educar en el valor del esfuerzo es uno de los mejores regalos que los padres les pueden dar a sus hijos, pues así les están preparando para que sean adultos exitosos y felices.


"El secreto de mi felicidad está en no esforzarse por el placer, sino en encontrar el placer en el esfuerzo.” André Gide.

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