No existe el dinero fácil, ni el trabajo fácil, ni el éxito fácil, ni las relaciones fáciles, ni la vida fácil. La vida supone retos constantes que requieren del esfuerzo de las personas para lograr lo que se quiere y bajo esta primicia debemos formar a los hijos. Las siguientes lecciones se deben convertir en nuestras luchas diarias como padres y educadores.
Lo cómodo y lo fácil
La comodidad y el confort son los reyes del momento. Aunque no
conviene estigmatizar, es cierto que todo ha ido cambiando para hacer
que el hombre cada vez se esfuerce menos. Un ejemplo simple y cotidiano
que da cuenta de ello, es el poco o nada de esfuerzo que deben hacer
ahora los estudiantes para realizar sus labores escolares: todas las
respuestas están a tan solo un clic. Por eso decimos que los avances del
mundo moderno tiene muchas ventajas, pero también algunas consecuencias
no tan positivas:
“Esta idea supone un costo que afecta de forma especial a los niños y
jóvenes. Observamos que los niños presentan una incapacidad alarmante
(a nuestro juicio) para soportar esfuerzos. Incapacidad que supone
consecuencias muy negativas para la persona como sentimientos de
impotencia y conformismo; la no valoración de las cosas y,
consecuentemente, la incapacidad de disfrutar de ellas y falta de
entusiasmo.
Estos factores pueden desembocar en conductas de riesgo como el
consumo de sustancias asociadas a la obtención de placer fácil o bien
para poder soportar el esfuerzo que supone la realización de
determinadas actividades: ir de marcha sin cansarse, comer sin engordar,
etc.” Explican Mª. Ángeles Pérez y Francisco Rodríguez, especialistas
en el tema.
La actitud de los padres
Cuando los padres acostumbran a los hijos a hacerles todo, los hijos
se acostumbran a no hacer nada. También se podría adaptar la misma frase
al verbo “dar”: si los padres les dan todo, los hijos se acostumbran a
no ganarse nada, y además creen que merecen todo.
Esto nos dice que algunas actitudes de los padres impiden que los
hijos verdaderamente se esfuercen por obtener las cosas, abriendo así
las puertas a la mediocridad, la pereza, el facilismo, la comodidad, la
incapacidad, la negligencia.
La educación de la voluntad
Los expertos señalan la necesidad de evitar la formación de una
personalidad débil, caprichosa e inconstante. “Al no haber luchado ni
haberse esforzado a menudo en cosas pequeñas, tienen el peligro de
convertirse en no aptos para cualquier tarea seria y ardua en el futuro.
Y, la vida está llena de este tipo de tareas.”
En la educación de la voluntad, se ayuda a los hijos a controlar sus
impulsos y deseos, de forma que sean capaces de postergar las
gratificaciones y tolerar la frustración. Para ello es importante no
ceder a sus caprichos, invitarlos a que se tracen proyectos a mediano y
largo plazo, favorecer la realización de actividades que supongan
esfuerzo y perseverancia, dosificar los regalos, no permitir que dejen
las cosas sin acabar, mostrarse pacientes y constantes con ellos.
4 Criterios para fomentar en los niños el valor del esfuerzo
Los autores citados con anterioridad, proponen estos cuatro criterios
para que los padres los tengan siempre presentes y se propongan
trabajar en ellos:
1. El ejemplo tiene una gran importancia,
especialmente el de los padres. Los chicos necesitan motivos valiosos
por los que valga la pena esforzarse y contrariar los gustos cuando sea
necesario. Hay que presentar el esfuerzo como algo positivo y necesario
para conseguir la meta propuesta: lo natural es esforzarse, la vida es
lucha.
2. Es necesario cierta exigencia por parte de los adultos.
Con los años, es lo deseable, se transformará en autoexigencia. Hay que
plantear metas a corto plazo, concretas, diarias, que los adultos
puedan controlar fácilmente: ponerse a estudiar a hora fija, dejar la
ropa doblada por la noche, acabar lo que se comienza, etc.
3. Las tareas que se propongan a los niños han de suponer cierto esfuerzo,
adaptado a las posibilidades de cada uno. Que los chicos se ganen lo
que quieren conseguir. Las tareas tendrán una dificultad graduada y
progresiva, según vayan madurando. Conseguir metas difíciles por sí
mismos, gracias al propio esfuerzo, les hace sentirse útiles, contentos y
seguros.
4. Muchas veces el fracaso será más eficaz que el éxito
en la búsqueda de una voluntad fuerte. Y es que a nuestro entender, son
dos los conceptos claves para la promoción del esfuerzo: voluntad y
motivación.
Educar en el valor del esfuerzo es uno de los mejores regalos que los
padres les pueden dar a sus hijos, pues así les están preparando para
que sean adultos exitosos y felices.
"El secreto de mi felicidad está en no esforzarse por el placer, sino en encontrar el placer en el esfuerzo.” André Gide.
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