Tu hijo lleva horas frente a la televisión, lo miras, mueves la cabeza y vas y te colocas entre él y la T.V.. Ya lo has intentado de varias formas: enojado, comprensivo, bromeando y una vez más le vuelves a decir — ¿A qué horas vas a hacer la tarea? — entonces tu hijo dice que te quites, que sí, que ahora va, que hoy no le dejaron ninguna tarea, que te calles porque el programa está muy interesante o que lo dejes en paz.
Cómo ser tierno y firme sin ser autoritario ni tampoco consentidor; en qué momento decir sí o decir no. El padre o madre de familia encontrará en esta nota una guía que le ayudará en la tarea de formar a los hijos, en el diario oficio de ser padres.
En nuestra sociedad, como en gran parte del mundo, existe actualmente una crisis de autoridad dentro de la familia. Esta crisis tiene unos efectos graves: por un lado, deteriora el papel de la institución familiar como núcleo básico de la organización social. Por otro lado, perjudica la formación de niños y jóvenes para una vida adulta provechosa. Esta debilidad formativa, a su vez, inhabilita a los jóvenes de hoy para educar a sus propios hijos acentuando un progresivo deterioro en cadena hacia la decadencia de la sociedad.
Para evitar esta catástrofe, es necesario el ejercicio correcto del principio de autoridad. Cuando los padres no logran marcar límites claros a sus hijos, dejan de cumplir su obligación de transmitirles una imagen positiva con perfiles bien definidos. Este incumplimiento priva a los hijos de la guía que buscan y necesitan de sus mayores: puntos de referencia, modelos de conducta y aprendizaje.
La autoridad paterna cumple una función educativa cuando se ejerce con cariño, estímulo y paciencia. La ausencia de estos requisitos esenciales la convierte en un autoritarismo.
Diferentes corrientes de pensamiento han contribuido a debilitar la autoridad de los padres. Las ideas materialistas, impulsaron que el hombre es bueno por naturaleza, sin embargo lo pervierte el proceso de socialización.
Ha incidido también la aplicación parcial de aspectos de la psicología, especialmente la insistencia en que reprimir a los niños es causa de traumas posteriores. Este concepto ha ambientado una tolerancia casi total en la conducta de los niños, contrariando la realidad de que su formación exige lo opuesto.
Los niños necesitan y buscan normas, criterios y modelos claros en sus padres. El ejercicio de la autoridad en forma asertiva y responsable contribuye decisivamente en la educación de los hijos por sus padres dentro del núcleo familiar.
La autoridad asertiva significa la permanente puesta en práctica de los derechos y obligaciones mutuas entre padres e hijos, de manera equilibrada y flexible. Si los padres cumplen con sus obligaciones, éstos perciben de manera clara los límites de sus derechos y los alcances de sus obligaciones en las diferentes etapas de su formación y crecimiento. Este equilibrio se logra exclusivamente a través del ejercicio paterno de la autoridad. La ausencia de esta lo convierte en un barco a la deriva. Pero la autoridad asertiva es la forma que ayudará al hijo en la formación de su personalidad.
El concepto latino de auctoritas significa sostener para crecer. La autoridad se ejerce cabalmente en función de la libertad. La autoridad favorece que la libertad individual no coarte las libertades colectivas ni las de otros individuos.
La educación con personalidad significa:
- Hacer valer eficazmente los derechos propios al mismo tiempo que respetar los derechos de los hijos.
- Lograr que los hijos perciban v entiendan el mensaje de sus padres, incluyendo sus deseos y emociones en el proceso de la comunicación.
- Tomar decisiones sobre lo que corresponde hacer con respecto a los hijos y llevarlas a cabo sin cambios de posición.
Lo anterior conlleva la responsabilidad de producir el mensaje que más ayude a la educación de un hijo en una situación determinada, transmitirlo en la forma adecuada, o sea, con eficiencia, tomar decisiones para asegurar su cumplimiento y asumir las consecuencias de ese cumplimiento.
La formulación vaga de la posición paterna o la marcha atrás en el cumplimiento de una decisión son negativas en el proceso educativo. Si la indicación no es clara, comprensible y directa, el hijo se sentirá menos inducido a cumplirla. Si el padre o la madre anuncian una decisión, pero luego dan marcha atrás, el niño absorberá el mensaje ineficaz de que tiene margen para eludir el cumplimiento, tanto en ese momento como en casos futuros.
Todas las personas se dividen en tres grupos de acuerdo con la respuesta que dan ante una situación que involucre alguna forma de conflicto:
INSEGUROS: No logran valer eficazmente sus derechos, necesidades y afectos. Valen más los derechos de los demás. Actitud sumisa.
AGRESIVOS: Imponen sus derechos sin tener en cuenta los derechos de los demás. Actitud dominante.
CON PERSONALIDAD: Logran hacer valer eficazmente sus derechos, teniendo también en cuenta los derechos de los demás. Dicen lo que piensan, saben decir que no (asertivo). Actitud flexible y firme a la vez.
Esta división no es categórica sino dinámica y cambiante, muchas personas se verán reflejadas en más de uno de esos grupos según sean las situaciones en que padres e hijos interactúan.
El concepto de asertividad se aplica en forma permanente en la relación diaria de los padres con los hijos. El diálogo y la comprensión de sus sentimientos estimulan la mejora en su comportamiento y su integración social, es decir, la actitud en su relación con los demás dentro y fuera del núcleo familiar. Debe tenerse en cuenta que su función de principales responsables de la educación de los hijos implica la actitud educativa-asertiva.
Por ejemplo:
Sus dos hijos se molestan continua¬mente entre si. Discuten, se fastidian mutuamente y llegan a pelearse. Usted ya ha probado separarlos, tener charlas con ellos, entender razones, pero los conflictos continúan. El tema ha llegado a hacérsele insoportable. ¿Qué se puede hacer?.
La madre trabaja todo el día y necesita que su hijo adolescente colabore con algunas tareas de la casa. El se niega e insiste en que odia hacer mandados.
Ante situaciones de este tipo, los padres deben desarrollar conductas específicas para asegurar que los hijos le escuchen. Existen formas para manejar más positivamente las situaciones conflictivas y hacer entender a los hijos que los padres representan la autoridad. Esto significa que los hijos deben respeto a los padres porque hay entre ambos un vínculo jerárquico y de amor simultáneo. Para ayudarles a comprender, se les puede transmitir mensajes del siguiente estilo:
"Te quiero demasiado como para dejar que te portes así.
Tu problema de comportamiento debe terminar y estoy
dispuesto a hacer lo necesario para que te des cuenta que hablo en serio".
Hay que tener presente que también se demuestra la autoridad cuando se es capaz de estimular y reforzar positivamente los cambios problemáticos que van manifestando y cuando se tiene la entereza de reconocer los propios errores.
Como forma de enfrentar las dificultades que se pueden presentar resulta de gran utilidad desarrollar tres capacidades claves en el ejercicio de la autoridad:
- Hablar claro
- Respaldar las palabras con hechos
- Establecer reglas de juego
1. Hablar claro: significa la forma más conveniente de expresarse para asegurar que sus hijos lo escuchan. La comunicación asertiva requiere de los padres que hablen en forma adecuada, utilizar algunas simples técnicas no verbales para reforzar las palabras, saber cómo manejar las discusiones y la frecuente actitud argumentativa de los niños y reconocer las buenas conductas.
2. Respaldar las palabras con hechos: para todos los niños, los hechos son más elocuentes que las palabras, porque les demuestran claramente y sin posibilidad alguna de duda que usted no se limita a hablar sino que también ejecuta las acciones correctivas cuando es necesario. Estas acciones deben ser planificadas previamente por los padres, para estar listos a responder con hechos.
3. Establecer reglas de juego: Cubre la respuesta sistematizada de los padres a la conducta inadecuada de los hijos cuando la comunicación asertiva y el respaldo de palabras con hechos no han sido suficientes. El establecimiento anticipado de las reglas del juego les informa a los niños claramente y de antemano, que tal conducta impropia y específica, provocará inevitablemente tal respuesta específica de los padres.
Ahora bien, explicaremos la forma efectiva de comunicarse con sus hijos a través de la educación con personalidad. Para que esta educación tenga éxito es necesario aplicar sus técnicas en forma permanente, sin interrupciones o debilidades. Si la primera etapa del sistema, o sea, la comunicación asertiva, basta para mejorar aceptable¬mente la conducta de los niños, no es necesario recurrir a las otras etapas más severas.
Pero si la primera etapa (hablar claro) no es suficiente y uno o más hijos persisten en conductas malas, deberá recurrir ordenadamente a las acciones que corresponden a la segunda etapa; y luego, si aún es necesario, a las de la tercera.
Para comunicarse de una manera clara y efectiva existen cuatro técnicas:
- Adecuado lenguaje asertivo
- Mensajes sin palabras
- Manejo de las discusiones
- Reconocimiento de buenas conductas
1. Adecuado lenguaje asertivo: la experiencia ha demostrado que cuando los padres están resueltos a que sus hijos con mal comportamiento se comporten como es deseable, se dirigen a ellos con asertivas frases directas. Esta actitud es útil y correcta, y se refleja en mensajes claros de los padres como por ejemplo:
"¡Quiero que ordenes tu dormitorio en este momento!"
"¡Deja de molestar a tu Hermano añora!"
Tales mensajes directos y asertivos no dejan duda en la mente de sus hijos sobre lo que usted quiere exactamente que hagan y cuando.
Cuando hable con sus hijos sea concreto. Evite frases vagas e imprecisas como "se bueno" o "pórtate como un niño de tu edad", que reflejan apenas la expresión de un deseo, pero no transmite la instrucción precisa de un mensaje claro y firme. Así que emita frases como las siguientes:
"María, la cena está lista. Ordena tu cuarto enseguida y en diez minutos vienes a sentarte a la mesa”.
2. Mensajes sin palabras: Para transmitir al niño su mensaje aseverativo, claro e inequívoco, es necesario complementar el uso de las palabras con la forma adecuada de expresarlas. Si cuando usted le ordena a su hijo que arregle su cuarto, "¡YA MISMO!", lo hace gritando y con enojo, le mostrará un descontrol autoritario que torna negativo el resultado del mensaje. Para que su instrucción tenga buen efecto, es tan importante lo que le dice a su hijo y la forma en que se lo dice.
Para lograr ese mejor resultado y que las palabras adecuadas tengan mayor fuerza de comunicación tenga en cuenta:
- No pida algo ni dé una orden gritando.
- Hable siempre en torno firme, pero calmado.
- Transmita su tranquilidad al dar una orden o instrucción, lo cual le comunicará al niño que usted controla la situación.
- Siempre hable a sus hijos mirándolos a los ojos. El contacto visual es fundamental para la comunicación humana.
- Utilice gestos no intimidatorios, por ejemplo, con sus manos, para dar mayor énfasis y fuerza a sus palabras. En muchas ocasiones, la mano de un padre sobre el hombro del niño tendrá más peso y significado que las palabras.
3. Manejo de discusiones: Existen formas básicas para manejar las situaciones que se presentan cuando los hijos, en vez de obedecer una orden, responden con diferentes tipos de argumentos que intentan plantear una discusión:
- Técnica del disco rayado: El nombre de la técnica refleja el hecho, suena como un disco que repite siempre lo mismo, una y otra vez. hasta que logre la penetración y aceptación de su mensaje sin caer en la discusión. Cuando aprenda a hablar como un disco rayado será capaz tanto de expresar lo que quiere como de lograr que el mensaje penetre. Al mismo tiempo, aprenderá a ignorar los esfuerzos de su hijo para desviarlo del tema y envolverlo en una discusión que usted no podrá ganar.
- Técnica del banco de niebla: Busca conseguir que los hijos no lo saquen de sus casillas, haciendo oídos sordos a sus actitudes y argumentos provocativos, cuya finalidad es hacer que los padres pierdan el dominio de si mismos y de la situación
- Técnica de interrogación negativa: Cuando sus hijos le hacen críticas agresivas están buscando sacarlo de sus casillas. Dé respuestas que neutralicen la agresión y esto se esfumará, especialmente si ha logrado llevar al niño a la verdadera razón de su hostilidad y presentarle una solución.
- Técnica de la extinción: Hay un principio psicológico que establece que todo estímulo que no es respondido, se extingue. Cuando no se responde ante un reclamo inadecuado de los hijos, habrá inicialmente una explosión de llanto para captar la atención y forjar una respuesta favorable. Luego esta se irá extinguiendo poco a poco.
- Técnica del tiempo fuera: Consiste en cortar el comportamiento inadecuado de un niño separándolo del entorno o de la situación inconveniente donde se produce su mala conducta.
4. Reconocimiento de buenas conductas: A menudo, los padres no perciben la importancia del elogio y otra forma de aliento cuando los hijos se comportan adecuadamente. Es importante tener presente que el buen estado emocional de los niños requiere que tengan confianza.
Respuestas paternales usuales como: ¡Qué bien! o ¡Qué lindo!, son asertivas, pero a veces dichas como al pasar, con poco énfasis y escasa penetración, lo cual las torna insuficientes. Cuando sus hijos se comportan de modo adecuado, usted tiene que estar presto para reforzarlos mediante el reconocimiento.
El reforzador demostrará al niño que usted aprueba y aprecia su mejor comportamiento. No acepte el mejoramiento de la conducta del niño como algo normal, natural y sobreentendido y que, por tanto, no requiere un reconocimiento especial. Al contrario, la demostración de que usted se alegra y aprecia el comportamiento adecuado le comunicará al niño tanto el cariño corno el sentido de justicia de un padre.